lunes, 2 de enero de 2012

2 Enero. GERHARD RICHTER




Más que satisfactoria visita a la Tate Modern Gallery de Londres. Tenía prevista la visita a la retrospectiva que dedicaban a Gerhard Richter, pero al final he visitado a mayores varias salas de la colección gratuita.


La verdad es que la exposición está teniendo muy buena acogida y creo que la ocasión así lo merece. Yo he disfrutado mucho con el paseo y si volviera a tener oportunidad de verla, volvería a hacerlo. Pero,  es una opinión que suelo tener de estas retrospectivas, han metido demasiada obra que no merece estar en un lugar tan destacado. Es de entender que haya alguna obra de “segunda clase” que te ayude a seguir la evolución e inquietudes de un autor, pero cuando lo que predomina son estas, es que alguien se ha equivocado.


Me ha gustado seguir el camino del artista en busca del espacio. Este tipo de pintores que nunca deja de pelear contra un enemigo, buscando su victoria de mil y una formas, me convencen. Disfruto de su sufrimiento... Y Gerhard Richter comparte a su enemigo conmigo.


En su búsqueda de la plasmación del espacio, ha pasado por niveles de figuración, e incluso fotografía, pero no ha conseguido mantener  un autentico cara a cara con la atmosfera hasta que no ha abordado el problema desde la abstracción. Y aunque en un principio lo afronta a partir de un análisis formal, su autentica “victoria” ha llegado desde la explosión del  gesto y la veladura materica. ¿Veladura materia? Suena a contradicción, pero es la única forma que conozco para definir la película densa, opaca y sin embargo traslucida, con la que se consigue producir la sensación visual de aire entre planos.


No me puedo sentir en concordancia con Richter (además, no es lo mas mínimo necesario para degustar la obra de nadie sentirlo así) porque hay una exagerada influencia de la moda temporal en su pintura (muy exagerado en la producción de los 80`s y 90`s) y evidentemente, nuestro paisaje cultural es distinto, además de que creo que esto, tiene menos influencia en mi que en él. Pero su producción actual, hace sentirme identificado, productiva y conceptualmente, como si fuéramos maquinaria de la misma fábrica. Siempre sabiendo que nos separa un abismo, pues no me puedo comparar o equiparar a un maestro.


Por otro lado, da gusto ver como un pintor logra mover tanta pintura con gestos casi mecánicos, nada físicos. Parece como si utilizara un tractor para arar sobre la tela y aun así conseguir que cada plano de color tenga una referencia directa a la persona.




“Somos enanos a hombros de gigantes" dijo Bernardo de Charles, y hoy me he sentido muy a gusto en los hombros de Gerhard Richter.


DIFERENTES DISCURSOS


Afrontar la necesidad de la cultura contemporánea por una referencia figurativa en el arte, me quita el sueño. En parte lo entiendo, pero creo que no es bueno habernos acomodado y que no dejemos “hablar”  a nuestros sentimientos y percepciones. Cada vez mas se tiende a olvidar todo aquello que no puede ser descrito por la palabra, cuando esas cosas precisamente son las que deberían potenciarse fuera del mundo diario y mecánico. No digo que sea obligatorio trabajar con estas situaciones, pero si, que no deberíamos excluirlas del sentir popular.


Es una situación que se deriva por el mismo sistema capitalista. Un retorno de la sociedad del espectáculo que ha sido alimentado por los críticos y estudiosos de la palabra. Esta “autonomía modal” de la que habla Jordi Claramonte en su REPÚBLICA DE LOS FINES, se autogestiona por la falta de entendimiento entre el tactos, strategos y el nivel operacional, de tal forma que poética, filosofía y sociedad viajan en distintas direcciones, lo que deriva en la destrucción de la primera dentro del arte contemporáneo.

 


**Estos días de turismo Londinense, estoy releyendo ARTE Y PERCEPCIÓN de Arnhein. Están saliendo varias ideas y muchas reflexiones con esta lectura, así que imagino que pronto una de las páginas de este “diario” lo tendrá de protagonista.



REPÚBLICA DE LOS FINES. Jordi Claramonte, 2010 CENDEAC

ARTE Y PERCEPCIÓN. Rudolf Arnhein. 2002 ALIANZA EDITORIAL

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